La Aldea de San Nicolás está situada al oeste de la isla de Gran Canaria y es el tercer municipio en extensión, con 139 kilómetros cuadrados. Se conforma desde la costa al interior y su altitud máxima, localizada en la Montaña de Los Hornos (Inagua), es 1.440 metros sobre el nivel del mar.
La Aldea de San Nicolás está cercada en sus límites norte y este por acantilados y barrancos y se alarga de norte a sur en una irregular franja costera de 33 kilómetros. Se trata de una costa considerablemente accidentada, alta, rocosa y con playas o pequeñas calas que se corresponden con las desembocaduras de barrancos o barranquillos.
Esta disposición de formaciones volcánicas viene desarrollando un proceso erosivo hasta la actualidad. Se trata de una unidad geomorfológica de gran belleza paisajística y de un extraordinario interés científico, ya que está situada en la parte más antigua de la Isla.
La Aldea nos ofrece un territorio único por descubrir a través de sus senderos. Sus impresionantes bosques de pinar conducen a vertiginosos acantilados costeros pasando por fabulosos barrancos y espectaculares miradores naturales. Sus variados senderos permiten ser recorridos durante todo el año por todo tipo de público y disfrutar de espacios de gran riqueza ecológica que atesoran especies únicas en el mundo.
La Aldea presenta unas condiciones atmosféricas favorables durante casi todo el año para la observación astronómica. Un cielo limpio de contaminación lumínica desde el que observar gran parte del cielo austral, un cielo no visible más al norte. El Centro de Interpretación de Guguy cuenta con un novedoso observatorio astronómico que permite disfrutar de las excelencias de este cielo privilegiado.
Las fiestas principales del municipio son las patronales, dedicadas a san Nicolás de Tolentino. Se celebran en el mes de septiembre, destacando los actos de La Rama el día 9, la procesión y romería de la imagen del santo el 10, y la Fiesta del Charco el 11.
La fiesta del Charco revive la costumbre del antiguo pueblo canario de embarbascar en los charcos costeros. Desde muy antiguo en la desembocadura del barranco de La Aldea se formaba una gran charca que recibió el nombre de La Marciega. En ella los canarios pescaban utilizando la técnica de narcotizar o embarbascar los peces con sabía de cardones y tabaibas. Esta técnica pesquera aborigen se transformó con el transcurso de los siglos en una fiesta singular.
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