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Artesanía de Gran Canaria

Artesanía de Gran Canaria

Entre la herencia de los aborígenes y la aportación de un amplio mosaico de pueblos que arriban a nuestras costas en el momento de la Conquista y posterior Colonización de las Islas, surge un abanico de objetos realizados con procesos artesanos que han ido adquiriendo identidad propia con el paso del tiempo, asociados a una realidad concreta, que es la que le ha tocado vivir a los habitantes de Gran Canaria, y que es un fiel reflejo de su idiosincrasia.

Albardería

La alabaredería en Gran Canaria, estaba destinada a los animales que se dedicaban al transporte y acarreo de mercancías y personas. Con la albarda se evitaba dañar a la bestia durante la realización de las duras tareas anteriormente citadas.

Además de las albardas, adaptadas al animal, el albardero también producía arreos, arneses y sillas de montar. La producción de objetos requiere de unos conocimientos específicos que se transmitían de padres a hijos.

En la actualidad, esta actividad se encuentra casi desaparecida, pero cuando los productos eran muy demandados, la existencia de albarderos era considerable, y se distribuían ampliamente por toda la Isla, aunque las mayores concentraciones se localizaban en Teror, Telde e Ingenio.

Alfarería Tradicional

En el Archipiélago, a la alfarería se la denomina loza, y a las productores se les llama loceros. Las primeras noticias de la elaboración de cerámica histórica en Canarias, fabricada después de la incorporación de las Islas a la Corona de Castilla, datan de comienzos del siglo XVI. 

Los centros loceros, que en la actualidad siguen produciendo en la Isla, son los de: Lugarejo (Artenara), Hoya Pineda (Gáldar) y La Atalaya (Santa Brígida). En ellos, tanto el proceso de elaboración mediante la técnica del urdido, como la tipología de los objetos realizados, sigue manteniendo un profundo carácter tradicional que puede hundir sus raíces incluso, en el período prehistórico de la Isla.

La producción artesana experimentó un auge que nunca antes había advertido con la llegada del turismo a las islas, tanto en la variedad de objetos, como en el tamaño e importancia del mercado. 

Bordados

A principios del siglo XVI, aparece el bordado de hilos contados, obra de manos femeninas, realizado blanco sobre blanco, para adornar los linos de las iglesias, de las casas y de la vestimenta. Sus dibujos eran extremadamente sobrios, siendo muy importante durante el siglo XVII, dado el interés mostrado por los artistas de la época.

Tras un período general de decadencia, el bordado surge de nuevo, pero en formas y aplicaciones más prácticas y modestas; con el fin de ser transmitidas de generación en generación dentro de la sociedad campesina.

Ya en el siglo XIX vuelven a difundirse en las ciudades los secretos de aquellos puntos pasados de moda, desde el entorno rural, con el fin de recuperar el valor artístico de antaño.

Los bordados son aplicados a los trajes tradicionales, mantelerías, ornamentos de iglesias, ajuares domésticos y otros usos, dan testimonio de una tradición singular, convertida en una importante fuente de ingresos, que ofrece la posibilidad de un desarrollo creativo. Así el bordado pasará a formar parte de las prácticas de las clases de mayor nivel económico, hasta ser uno de los requisitos de la perfecta educación femenina a finales del siglo XIX y principios del XX.

En nuestros días habría que resaltar la labor de continuidad de las Casas-Talleres de Artesanía de la Fedac y UPES de los Ayuntamientos donde se realizan toda una serie de puntos rescatados y transmitidos, que aseguran la pervivencia de labores consideradas perdidas u olvidadas.

Calados

Dentro de las actividades artesanas tradicionales de Canarias los calados siguen siendo considerados como uno de los trabajos más delicados y minuciosos del sector artesano. Podemos añadir, sin miedo a equivocarnos, que el calado ha sido la labor artesanal con mayor proyección en los mercados internacionales (Inglaterra, Estados Unidos, y en menor medida, Alemania y Francia).

Los calados requieren de telas de lino o algodón, hilos de algodón, que serán trabajados con la ayuda de unas tijeras de punta fina, hilo carrete para tensar, agujas de calar, un dedal y un bastidor para poder fijar la tela.

El calado tradicional es una labor extremadamente minuciosa. Consiste en deshilar una tela de algodón o de lino realizando con ello complejos dibujos con motivos florales o geométricos. Es sin duda la labor artesana canaria que mayor proyección internacional ha tenido.

Ya en la década de los años sesenta del siglo XX, la transmisión de conocimientos y el mantenimiento del oficio de caladora jugó un papel relevante en los Talleres de Artesanía creados en las distintas islas del Archipiélago. Situación que podemos transportar a nuestros días con la creación de Talleres de Empleo y Casas de Oficios. 

Cantería

La cantería es una labor que está presente en muchas edificaciones de la Isla, tanto públicas como privadas. En momentos de gran dinamismo constructivo, y en función de los estilos arquitectónicos dominantes, la labor de los canteros fue ampliamente demandada. Un ejemplo de ello lo podemos encontrar a inicios del siglo XX, en una de las canteras más valoradas de Gran Canaria, la de La Goleta (Arucas), podían estar trabajando más de mil labrantes, término que también designa al especialista en estos trabajos. Con la piedra extraida se construían viviendas, molinos, fortalezas, hornos, bancales, cercados, etc.

En la actualidad, el trabajo en la cantera se ha mecanizado en gran medida, y una parte de la producción se destina a la restauración de estructuras arquitectónicas de valor patrimonial.

Se intenta rescatar el oficio a través de las Escuelas Taller, donde los jóvenes aprenden a restaurar y conservar el patrimonio arquitectónico de los cascos históricos de la isla.

En la Isla se encuentran en activo la mayoría de las canteras, aunque muchas tienen restringida su extracción. Entre las más importantes podemos destacar:

Carpintería Tradicional

La madera fue la materia prima de una amplia gama de actividades económicas, así como la fuente energética principal en el ámbito doméstico. Desde las primeras épocas de la colonización europea, la madera fue esencial tanto en la producción azucarera como en la actividad constructiva, aunque la carpintería mayor no se comenzará a manifestar con dinamismo, hasta al menos el siglo XVII, como lo atestiguan los patios y balcones canarios de la época.

Sin embargo, la carpintería tradicional, fue un oficio esencial para la sociedad canaria. El especialista en la materia, generalmente era un agricultor, que en las épocas de menor actividad, se dedicaba a recoger madera de árboles cultivados o silvestres, con los que elaboraba aperos de labranza, utensilios cotidianos y ocasionalmente, muebles asociados al ámbito doméstico.

Las "especies madereras" más ampliamente utilizadas fueron, hasta bien avanzado el siglo XIX, el pino canario, el cedro, el eucalipto, el nogal y el castaño. El aprovisionamiento de estas materias se localizaron tradicionalmente en las formaciones boscosas de Gran Canaria; hasta que la tala indiscriminada y la necesidad de nuevas roturaciones, terminaron por desforestar estos núcleos. Por esta razón, desde mediados del siglo XX gran parte de la madera demandada es de importación.

Cestería

La cestería es una actividad que se continúa desarrollando, aunque tiene sus inicios en la Prehistoria de la Humanidad. En gran Canaria podemos encontrar artes de trabajar según sea la materia prima.

Cestería de caña

La cestería de caña en Canarias se confecciona desde los primeros momentos de la Colonización. Aunque en función de los restos arquelógicos encontrados, el nivel alcanzado por las poblaciones indígenas en el trabajo sobre fibras vegetales, fue excelente, sin embargo, el oficio artesano que tratamos en este apartado, tiene su asociación técnica más directa, con las poblaciones de colonos peninsulares con menos recursos: portugueses, gallegos y extremeños.

La vinculación del proceso productivo de la cestería de caña con los grupos con menos recursos, fue una constante a lo largo de la historia. Asimismo, también se asocia a las zonas agrícolas especializadas de monocultivos de exportación, que eran envasados en este tipo de contenedores.

Por disponibilidad de la materia prima en abundancia, los cesteros de caña se localizaban en los fondos de barranco, donde estaban los cañaverales.

La cestería de caña, en nuestros días, encuentra serios problemas para sobrevivir. Los motivos que nos llevan a esta conclusión son: la caída de la demanda de este producto, la carencia de aprendices, pocas posibilidades de reconversión hacia la creación de otros objetos y diseños. Todo esto sumado a la, cada vez mayor, dificultad de obtener las materias primas nos lleva concluir que la cestería de caña se encuentra en un claro proceso de desaparición.

Cestería de mimbre

Parece que sus orígenes peninsulares podrían estar vinculados a dos áreas que destacan por el cultivo de esta planta: Cuenca y Guadalajara. Asimismo, en el ámbito portugués, Madeira es una de las zonas cuyos cultivos de mimbre están más extendidos.

En Gran Canaria, los productores debían limitarse a la obtención de la materia prima, aprovechando de forma sistemática, las mimbreras silvestres que crecían en las proximidades de las acequias, o en las laderas de las zonas más húmedas de la Isla, y que ellos cuidaban durante el año. Incluso en la actualidad, las pocas zonas en las que aún se localiza el mimbre, se conservan gracias a la poda anual a la que las someten los propios cesteros, si no la planta termina muriendo.

La funcionalidad de estos objetos se asocia a las tareas de transporte, dentro del ámbito rural, agrícola y doméstico.

La utilidad de los utensilios elaborados con mimbre ha ido decayendo quedando éstos con una función meramente ornamental. 

Cestería de Pírgano

Este oficio está asociado a la elaboración de cestos con el nervio central de la hoja de la palmera o pírgano. En Gran Canaria, este oficio está asociado a la disponibilidad de palmerales importantes, pero también a su utilización como contenedor para el transporte de elementos muy pesados, de ahí que se vincule a las actividades constructivas, tanto de edificaciones como de carreteras, así como a las zonas dedicadas a monocultivos de explotación.

Actualmente quedan muy pocos cesteros de pírgano dado el abandono progresivo de la economía basada en la agricultura y la ganadería sectores que demandaban estos cestos artesanos.

Constructor de Instrumentos Musicales

El luthier o constructor de instrumentos musicales, en este caso de cuerda, realiza estas piezas de forma artesanal y cuidando de forma esmerada tanto la idoneidad de la materia prima, como cada detalle del proceso de elaboración. 

Los instrumentos de cuerda como la guitarra, el laúd o la bandurria, a pesar de ser generales al repertorio popular de amplias regiones de la Península Ibérica, se convierten en la base acústica de la música tradicional canaria, con sus propios matices. Mención aparte merece, el instrumento musical más específico al folclore de las Islas, el timple, cuyo sonido es el soporte melódico y rítmico de la generalidad de rondallas y parrandas, a todo lo cual hay que añadir el gran desarrollo experimentado en la última década, que lo han convertido en solista principal de la música instrumental, creada en las Islas.

En los últimos años parece haberse mantenido e incluso proliferado levemente el número de artesanos en este sector. Se ha producido una evolución también en este tipo de instrumentos, más significativa ha sido en el timple, variando su morfología adaptándola para hacer timples para conciertos (como instrumentos solistas) y timples electroacústicos (técnica esta última que ya se usaba con las guitarras electricas y española, que permite mayor variedad de posibilidades y sonidos).

Dentro de la adaptación electroacústica podemos incluir instrumentos como el charango, la bandurria, laúd, etc. 

Cuchillería

La cuchillería es un oficio artesano que consiste en la forja de instrumentos con un solo filo cortante, complementada con la preparación del cabo o empuñadura. Pero en Gran Canaria, los cuchilleros se especializaron en la elaboración de ésta última, de forma que la preparación de la hoja se la encargaban a los herreros. Este cuchillo se conoce con el término de naife, que es ese modelo de cuchillo, caracterizado por poseer un mango o cabo de anillas de hueso decoradas con metal.

En la confección de la empuñadura se utilizan técnicas de taracea, cuyos ejemplos más conocidos los encontramos en la España musulmana (concretamente en Toledo y Albacete). Esta técnica consiste en embutir entre la madera, pequeñas piezas de marfil, concha, nácar y hueso, que adquieren formas geométricas y vistosos contrastes cromáticos.

Este oficio artesano ha sido practicado exclusivamente por hombres. Las piezas que realizan son utilizadas normalmente en las tareas diarias, tanto en la agricultura como en el pastoreo, y debido a su alto valor simbólico, son elementos que se heredan de generación en generación.

La cuchillería es una actividad que se ha desarrollado exclusivamente en Gran Canaria siendo los municipios en los que la fabricación de naifes ha adquirido mayor relevancia: Guía, Gáldar, Arucas y Telde.

En los últimos años la demanda ha aumentado como artículo de regalo de gran valor. Se considera una verdadera pieza de artesanía. 

Ebanistería

La ebanistería es el oficio de las personas que trabajan muebles de estilo o diseño propio, con maderas nobles o finas. 

El ebanista puede diseñar un mueble completo y ejecutarlo, o incluso copiar otros diseños, pero tratándolo casi como obras de arte. También puede elaborar modelos en series reducidas, pero siempre atendiendo al concepto de calidad.

Desde finales del S. XIX y principios del XX la carpintería y la ebanistería alcanzan un gran desarrollo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Podemos establecer en la ciudad una época dorada de la ebanistería en la primera mitad del siglo XX, cuando se produce una considerable concentración de ebanistas de gran prestigio. El diseño de mobiliario en la capital sufre las influencias de las diferentes corrientes artísticas, especialmente de las arquitectónicas, el regionalismo y del movimiento racionalista, así como la posterior influencia de la vanguardia indigenista, vinculada a la escuela Luján Pérez. 

Herrería y Forja

La evolución de este oficio es una de las más interesantes en el Archipiélago. Estos trabajadores llegaron en los primeros momentos de la Conquista y colonización, porque su labor era esencial tanto para el mantenimiento de las naves, como para el abastecimiento de los ejércitos arribados. De esta forma, el oficio de herrero era uno de los de mayor prestigio, y uno de los primeros en llegar a Canarias. 

Una vez establecida en las Islas, la herrería se especializó en ámbitos bien diferenciados:

Hilados

Es una actividad intrínsecamente asociada a la actividad económica del pastoreo dado el suministro directo de la lana de oveja, y de hecho, muchas de las hilanderas pertenecen a familias de pastores.

La producción se orienta hacia la producción de prendas de vestir y bolsos de clgar o arforjas. Usándose las madejas hiladas a mano para tejer piezas de los diferentes trajes tradicionales.

A partir de los años ochenta del siglo XX se comienza a formentar las ferias de artesanía, donde el público accede directamente al producto. 

Hojalatería

En Canarias este oficio se conoce con la denominación de latonería, pues la materia prima principal utilizada por los latoneros es el latón. La latonería es un oficio con gran arraigo en Gran Canaria, que desde hace varias décadas ha visto como desciende considerablemente sus oficiantes. Hasta mediados del siglo XX habían latoneros en casi todas los pueblos de la Isla.

El hojalatero además de ofrecer sus productos en el mercado, también proponía sus servicios para la reparación de aquellas piezas que se estropeaban.

Esta ocupación mantiene mucha relación con la herrería, y su centro más activo es Teror, de donde se dice que son los mejores hojalateros de la Isla.

La demanda que existía del producto del latonero ha caído por el cambio de una economía tradicionalmete agrícola a una dependiente del sector servicios. Podemos sumar como factor deteminante de la desaparición de este producto la llegada del plástico, la electricidad, y del acero inoxidable que hicieron decaer este tipo de producción. 

Jaulas

Esta labor ha estado presente en la Isla desde su Conquista y posterior colonización, pues la existencia de una especie autóctona de ave cantora, conocida como pájaro canario, determinará una actividad relacionada con la caza, embalaje y transporte de estos pájaros, para ser enviados a Europa donde se comercializaban muy bien desde el siglo XVI, a Francia, a Inglaterra, etc..

Desde principios del siglo pasado, comienza a generalizarse el uso del alambre de hierro en la Isla, así empiezan a realizarse jaulas con este material y con madera. 

Actualmente está prohibida la captura de aves cantoras silvestres, pero hay grandes criadores en Gran Canaria.

La actividad podemos considerarla desaparecida, pues carece de relevo generaciona sumado el hecho que las jaulas de caña han sido sustituidas por las de plástico y metal que ofrecen una mayor durabilidad y mejores condiciones de salubridad para las aves. 

Productor de Objetos de Junco

El uso del junco en Canarias se remonta a la etapa prehispánica, los aborígenes canarios aprovechaban esta fibra para elaborar esteras con las que amortajar a los muertos, bolsos, piezas rectangulares y circulares como colchones, vestidos, esteras para pasar higos, o como mamparas y cordelería. Durante el siglo XVII, la fibra de junco fue indispensable en el contexto de los cultivos de vid, para el amarre de los pámpanos y levantar la viña. Esta situación varía en el siglo XVIII, donde podemos observar un franco retroceso en la disponibilidad de la materia básica.

En la actualidad, podemos admirar con que maestría se elaboraban objetos de junco y anea, en el período de poblamiento indígena, gracias a los materiales expuestos en el Museo Canario. Muchos de los elementos expuestos se localizan en yacimientos arqueológicos de cuevas, ampliamente extendidos por toda la Isla. Aunque hay lugares de gran trascendencia en la ubicación de estos objetos como el Barranco de Guayadeque y el de Tirajana, así como en Temisas y Tejeda.

Por la característica de este material ha hecho que se mantenga su funcionalidad como fibra para atar las viñas. 

Productor de Objetos de Palma

Al igual que con el junco, la producción de objetos de palma se remonta en la Isla a la época prehispánica, donde los aborígenes elaboraban objetos cotidianos aprovechando los recursos naturales de su entorno. La palmera canaria (phoenix canariensis) era propia de las zonas medias y bajas de los cauces y laderas de los barrancos, y se caracterizaba por poseer una copa densa.

Sus hojas están formadas por numerosas hojillas, las cuales una vez secadas, eran aprovechadas para la obtención de fibras vegetales, que podían ser tejidas.

Durante los mejores momentos del turismo en las Islas se gestó un nuevo impulso de la actividad produciendo elementos atractivos para los turistas como bolsos y sombreros.

Sombrerería

El desarrollo de la industria sombrerera en la Gran Canaria se remonta al siglo XVII, pero los momentos de mayor esplendor se dieron en los siglos XVIII y XIX, llegando a exportándose grandes cantidades de sombreros al resto de las Islas. La sombrerería fue una industria muy floreciente en Gran Canaria, destacando en las localidades de Arucas y Moya.

El producto más relevante fueron los sombreros, realizados con el pelaje elaborado de animales, también conocidos con el término de cachorro canario. La denominación surge del nombre dado a los sombreros fabricados con piel de animales, pasando con posterioridad a generalizarse el término a los sombreros de fieltro. Los cachorros de señora se conocían también con los nombres de cachorrillas o cachorra, e incluso más recientemente como sombrero de vieja. Eran de menor tamaño, de ala más corta y más enroscada.

Estamos ante una labor desaparecida. Su decadencia se remonta a principios del siglo pasado, agudizándose en la década de los años treinta. Hoy por hoy, los sombreros de fieltro que se venden provienen de la Península, Estados Unidos, Inglaterra y China. 

Trajes Tradicionales

La diversidad de trajes tradicionales que tiene la Isla, está condicionada, en buena parte, por la cantidad de microclimas que alberga en su interior. La indumentaria tenía que adaptarse, no sólo al clima, también a las posibilidades económicas de sus portadores, a los recursos textiles locales y a la actividad diaria que desempeñaban.

La variedad de prendas que forman el vestido tradicional, hace que el trabajo de éstas artesanas sea muy laborioso, por lo que un traje completo es una obra de arte.

Desde mediados de los años ochenta del siglo XX, se ha divulgado la información de la vestimenta tradicional. Por todo ello desde los años noventa del mismo siglo se han fomentado los cursos de formación a costureras en cada uno de los municipios de Gran Canaria, aportándoles documentación sobre las telas a utilizar en cada tipo de prenda, los tipos de cosidos, ojales, botones y patrones para los elementos de vestir de hombre como de mujer. Ello ha repercutido en la calidad y variedad de trajes tradicionales canarios, bien documentados, que puedan verse en las personas asistentes a actos, fiestas y romerías durante todo el año. 

Talla de Piedra

El oficio del tallista de piedra se asocia al trabajo de la cantería, aunque en su faceta más artística. Su objetivo principal es lograr la decoración de la piedra, tanto en la realización de un motivo de escultura de bulto, como en el tipo de relieve. 

En la actualidad, el tallista de piedra centra su trabajo en cuatro áreas bien definidas:

Se intenta rescatar el oficio a través de las Escuelas Taller, donde jóvenes aprenden, junto a maestros artesanos, estas técnicas tradicionales, con el objeto de perpetuar y garantizar la restauración y la conservación del patrimonio arquitectónico de los cascos históricos de la Isla. 

Talla de Madera

El oficio de tallista a pesar de tener entidad propia, generalmente ha sido complementario al de carpintero o ebanista. El objetivo fundamental de su labor, es la decoración de las superficies de muebles de madera, con la ayuda de gubias y formones, creando elementos decorativos en relieve.

La labor de la talla de madera en Canarias, ha evolucionado de tal forma, que han conseguido hacerse distintiva en una de sus técnicas, y nos referimos al denominado "Picadillo Canario". Este motivo decorativo se diferencia de la talla, por conseguirse una profundidad que favorece la decoración con dibujos de aristas vivas.

Tejidos

Las tejedoras, de telar horizontal manual llegaron a Canarias como mujeres de los colonos, y desde ese momento hasta la actualidad, el tipo de telar apenas ha cambiado. Entre los siglos XVII y XVIII los telares manuales tuvieron un gran impulso, sobre todo por la explosión demográfica, y la relativa incomunicación de la áreas rurales, que debían autoabastecerse, además de disponer de materia prima como la lana en abundancia.

Sin embargo, con la mejora en los transportes y la industrialización de los textiles, en el siglo XIX este oficio empieza a decaer, incapaz de competir con las telas más baratas, abundantes y de calidad que llegaban importadas. Agravado todo ello con la pérdida del mercado colonial americano.

Algunos telares que funcionaban a principios del siglo XX fueron abandonados por la dedicación a otras actividades textiles artesanas que aportaban mayores beneficios, como las rosetas y los calados. En este momento es cuando algunos de estos telares fueron desmontados para aprovechar su madera para hacer muebles aperos de labranza o como leña. Hoy quedan unos pocos. 

Zurrones

El oficio de zurronero ha tenido, tradicionalmente, una estrecha vinculación con el mundo del pastoreo, de hecho, muchos de estos artesanos desempeñan esta labor. Y es que el zurrón fue una pieza indispensable para los pastores en el desarrollo de su vida cotidiana, además de venderlos una vez preparados.

Como en la mayoría de los oficios tradicionales de Gran Canaria nos encontramos ante una actividad prácticamente desaparecida, ya que no se conoce de artesanos que sigan con esta labor. 

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